Sobidelia Iglesias, cerca de los sesenta años, en el
justo momento, descubre la poesía. Esta profesora, retirada de las aulas y
laboratorios de física, le surge entonces una interrogante: ¿qué relación
existe entre lírica y ciencia? Y le sorprende su propia respuesta: la física estudia los fenómenos de la
naturaleza y mi poesía la naturaleza de los fenómenos.
El sol como talud, un compendio de los primeros poemas de esta
guantanamera publicado por la editorial El mar y la montaña, revela una obsesión: la soledad. Esa soledad que experimentamos en compañía, o quizás
aquella que surge ante el fracaso y donde el resto de los seres no percibe que pedimos
a gritos más.
La poesía significo el regreso a la vida de esta
mujer, después que una enfermedad le indicara la necesidad de jubilarse y ello
perturbara su rumbo existencial. Un retorno cargado de dificultades que
Sobidelia burla con una formula muy personal: buscar en cada pedazo de día la
felicidad.